Cuando vemos que nuestro animal reacciona raro ante cualquier circunstancia, lo primero que pensamos es que tiene un problema físico. Pero no siempre es así. Los perros pueden tener trastornos psicológicos, como cualquiera de nosotros, especialmente depresión.
Lo más habitual es que la conducta depresiva de un perro tenga que ver con su entorno, en el que el animal encuentra deficiencias para vivir feliz. Uno de los factores más comunes es que su dueño no le preste la atención que él necesita, lo que le hace sentirse rechazado.
Otros factores que pueden contribuir a que un perro desarrolle una depresión o un estado de apatía son el aburrimiento demasiado largo, el estar mucho tiempo encerrado solo y el desorden doméstico, ya que es un animal que necesita hábitos regulares de vida.
Un perro puede sufrir depresión endógena (por causas genéticas) y exógena , si es consecuencia directa del entorno en el que vive. Un dueño que preste un poco de atención a su mascota verá rápidamente que su conducta no es normal, ya que presenta apatía general, somnolencia, inapetencia y falta de interés ante estímulos gratificantes.
Lo primero que hay que hacer en estos casos es consultar a un especialista e intentar mantener la actividad del perro, para que no sienta que lo estamos rechazando. Si debemos salir a trabajar y, obviamente, no podemos estar por él es una buena idea que le dejemos la radio o la televisión encendidas, para que no se sienta tan sólo.
Fuente: Mundo perros
Via : http://www.perrosblog.es/
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